Koudelka dice...

JOSEF KOUDELKA HABLA

No sé qué es importante para las personas que miran mis fotos. Lo que sí sé es que para mí es importante hacerlas. Trabajo todo el tiempo, pero solo algunas de mis fotos me parecen buenas. Ni siquiera estoy seguro de ser realmente un buen fotógrafo. Creo que cualquiera que trabaje como yo podría hacer lo mismo. Pero MI PROPÓSITO NO ES DEMOSTRAR MI TALENTO.

Fotografío casi todos los días, excepto cuando hace demasiado frío para viajar como lo hago, como en esta época del invierno. A veces mis fotos están bien, otras veces no, pero creo que con el tiempo algo saldrá de mi trabajo. No me preocupo por eso. También hago fotos de mi propia vida: de mis pies, de mi reloj… Cuando estoy cansado, me acuesto, y si tengo ganas de fotografiar y no hay nadie a mi alrededor, FOTOGRAFÍO MIS PROPIOS PIES. No son fotos geniales, a algunas personas no les gustan.

Por una razón similar, siempre fotografío los lugares donde duermo y los interiores donde paso algún tiempo. Es una regla que me he autoimpuesto, porque estas son cosas que uno olvida. Tal vez algún día haga un libro con ellas, solo con esas pequeñas fotos. PUEDE QUE CON ELLO DECEPCIONE a algunas personas que solo me conocen como el fotógrafo de ‘Gitanos’ y que no quieren verme de otra manera. Pero NO ME IMPORTA LO QUE PIENSE LA GENTE, no trato de cambiar a las personas. Tampoco intento cambiar el mundo.

LA IMPORTANCIA DE ‘TRABAJAR’ LOS CONTACTOS

Después de echar un vistazo a mis contactos, no solo imprimo las fotos buenas, sino todas las que me parece que tienen algún interés, incluso las que sé que SON UNA CHAPUZA. Y sigo mirándolas para integrar esa experiencia en mi sistema. Gracias a eso, ahora casi puedo fotografiar sin mirar a través del visor, lo tengo tan dominado que, aunque no mire por el visor, es casi como si lo hiciera. Lo que quiero es encontrar un camino que lleve desde nuestro inconsciente a nuestro lado consciente.

Cuando fotografío, no pienso mucho. Si miraras mis contactos, dirías: "¿QUÉ ESTÁ HACIENDO ESTE TÍO?" Pero sigo trabajando con mis contactos y con mis impresiones, los miro todo el tiempo. Creo que el resultado de este trabajo permanece en mí y que sale a relucir en el momento de hacer fotos, sin pensarlo.

LA ANÉCDOTA

Hay pocos retratos que realmente admire. Una vez, me pasó algo gracioso: estaba cerca de Roma con un grupo de gitanos yugoslavos que iban en una PEREGRINACIÓN organizada por algunos sacerdotes católicos. Bueno, en realidad no eran sacerdotes, sino laicos que se ganaban la vida así y eran buenas personas. Al hablar conmigo, descubrieron que yo era el autor del libro sobre ‘Gitanos’. Me dijeron que tenían una copia del libro y que habían RECORTADO LAS PÁGINAS PARA PEGARLAS EN LAS PAREDES de una choza que usaban como capilla. Y debajo de cada foto, los gitanos escribían el nombre de alguien que conocían.

No lo hacían porque conocieran a las personas que salían en las fotos, sino porque se parecían a gente que conocían. "Sabemos muy bien quién eres", me dijeron, "solemos llamarte Iconar". Eso me recordó algo que le había dicho A HENRI CARTIER-BRESSON una de las primeras veces que nos vimos y que LE HIZO REIR MUCHO; le dije que, en lugar de fotógrafo, yo era un coleccionista de fotos.